(Escrito: marzo del
2007)
(“De la cocina a la
Presidencia de la República”. Slogan muy promovido por los movimientos
feministas en el contexto del sistema capitalista)
Sociólogo: Avelino
Zamora Lingán
Es ya una costumbre celebrar el 8 de
marzo de cada año el “Día Internacional de la Mujer”, tal como ocurre con otros
acontecimientos: día de la madre, día del trabajo, día del agua, día del medio
ambiente, día del árbol, día del no fumador, día de los enamorados, día del
padre, día del niño, etc., etc., lo cual no es cuestionable, porque se hace
“por costumbre”. El problema radica en que tales celebraciones se los realizan
simplemente por compromiso o por cumplir una formalidad. Y, muchas veces, se
celebra básicamente con criterios exclusivamente comerciales, como por ejemplo
el “día de la madre”, el “Día del Padre” y día de los enamorados. A este paso y
en el contexto capitalista, en el que todo se
mercantiliza, no sería nada raro que el “Día Internacional de la Mujer”
sea recordado sólo para incrementar las ventas de cosméticos o de prendas de
vestir femeninas o para brindar con unas copas de champagne y otras actividades
protocolares más. Digo esto, porque se habla mucho de celebrar “el día
internacional de la mujer”; pero, poco o nada se recuerda las causas, por
las que se celebra dicho día y, menos aún, qué significado tiene para las
mujeres, sobre todo del tercer mundo, en qué contexto socioeconómico se da,
quiénes lo promovieron y qué mensaje se debe dar a las mujeres en esta fecha.
En las líneas que siguen salimos del libreto acostumbrado y recordamos el día
de la mujer, de la siguiente manera:
De acuerdo con los
escritos históricos, el primer Día Internacional de la Mujer fue organizado en
los Estados Unidos, el último día de febrero de 1908. Ese día las
organizaciones de mujeres socialistas, es decir, mujeres con la ideología
que tanto causa escozor a los capitalistas y liberales, convocaron a
desarrollar grandes manifestaciones públicas para luchar por el derecho al voto
y junto a ello por otros derechos políticos, sociales y económicos. Al año
siguiente, en fecha similar, más de 2,000 personas asistieron a una
demostración para celebrar el Día de la Mujer en Manhattan, Nueva York. Luego,
en 1910, las feministas y las socialistas de todo el país se unieron
para celebrar este día de movilización popular.
La Segunda Conferencia
de Mujeres Socialistas, que tuvo lugar en Copenhague (Dinamarca), el
27 de agosto de 1910 estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la
Mujer. Cabe indicar que a esta conferencia asistieron más de 100 delegadas
de 17 países representando sindicatos, partidos socialistas y organizaciones de
trabajadoras. Las representantes de los Estados Unidos llevaban como objetivo
proponer el establecimiento de un día internacional de la mujer. Sin embargo,
la propuesta fue presentada por Clara Zetkin (amiga de confianza de Rosa de
Luxemburgo, intelectual y dirigente nacional del Partido Socialista Alemán) y
Kathy Duncker también militante del Partido Socialista. La propuesta
señalaba: "En unión organizaciones de clase, ¡Ojo, dice Clase, no
género!, partidos políticos y sindicatos proletarios en cada país, las
mujeres socialistas del mundo celebrarán cada año un Día de la Mujer. Su
objetivo principal será obtener el derecho a voto de la mujer y otros derechos
sociales económicos y políticos que sean necesarios.
¿Por qué el 8 de marzo
y no otra fecha u otro mes? Los antecedentes históricos para tal opción no se
consiguen fácilmente. Sin embargo, se atribuyen a dos hechos importantes,
supuestamente ocurridos el 8 de marzo, como motivo de inspiración para escoger
esa fecha. Ambos eventos ocurrieron en la ciudad de Nueva York. El primero fue
una gran marcha de trabajadoras textiles en el año 1857, donde miles de mujeres
marcharon sobre los barrios adinerados de Nueva York en protesta por las
miserables condiciones de las trabajadoras. El segundo, ocurrió en 1908. Ese
año 40,000 costureras industriales de grandes factorías se declararon en huelga
demandando el derecho de unirse a los sindicatos, mejores salarios, una jornada
de trabajo menos larga, entrenamiento vocacional y el rechazo al trabajo
infantil. Durante la huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un
incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva
York. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para
forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga.
Ahora bien, recordado
los antecedentes y las causas, por las cuales se fija el 8 de marzo como el día
internacional de la mujer, observamos la situación de las mujeres en el
contexto capitalista, sobre todo en los países del tercer mundo:
Desde la óptica del
capitalismo y sus ideólogos mucho se enfatiza el hecho que hoy en día las
mujeres tengan mucho más participación en la vida sociopolítica y económica del
país, para ello muestran como indicadores la cantidad de mujeres que acceden al
empleo, a las dirigencias de gremios y sindicatos, a la administración pública
y al parlamento. Sin embargo, sobre la participación de la mujer en el
parlamento, la LEY DE CUOTAS de participación en el Poder Legislativo,
establecida por la Organización Internacional del Trabajo - OIT, existen
indicadores que demuestran que no se está cumpliendo con esta famosa LEY; pues,
mientras dicha ley sostiene que el 30 % de los legisladores deben ser mujeres,
en realidad sucede que sólo 11 países en el mundo de más de 200 cumplen con
dicho porcentaje, mientras que el promedio general sólo llega a 14 %. En el
Perú, fuentes de las Naciones Unidas indican que sólo el 2 % de mujeres participan
en los gobiernos locales, mientras que en toda la región andina la cifra llega
al 5%. ¿Llegará al 50 % la participación de las mujeres en los gobiernos
locales y Regionales, meta establecida por la ONU?
En cuanto al acceso de
la mujer al empleo. Obviamente, en un país como el Perú, con un modelo
económico extremadamente excluyente, más que un derecho es una obligación y una necesidad de todas las mujeres del
tercer mundo; puesto que, en el capitalismo se condena al hambre, a los bajos
sueldos y salarios y al desempleo de una manera masiva, la mujer se ve obligada
a trabajar para completar la canasta familiar y no sólo las mujeres sino los
niños y niñas desde los 4 ó 5 años de edad. Sin embargo, no se cuestiona tanto
el que la mujer trabaje o no sino las condiciones en las cuales lo hace. Desde
esta perspectiva, es un hecho que el capitalismo, hoy en su fase imperialista,
llamada eufemísticamente Globalización, quien golpea más a las mujeres, jóvenes
y niños. Por ello es que, desde el enfoque socialista se sostiene que el
capitalismo actual está en su peor crisis, debido a estas enormes
contradicciones: Acumulación desmedida de riqueza, por un lado, y explotación
indiscriminada a hombres, mujeres y niños, por otro lado. Pero el problema no
sólo se manifiesta en los países del tercer mundo. En los países capitalistas
desarrollados las innovaciones de los modos de producción y el constante y
desmedido intento de los capitalistas de aumentar la tasa de beneficios, ha
llevado al incremento del empleo de mujeres y jóvenes, que trabajan a cambio de
salarios bajos, en malas condiciones laborales y con pocos o ningún derecho.
Sólo en Estados Unidos, durante los últimos 50 años se han incorporado al mundo
laboral cuarenta millones de mujeres y en Europa treinta millones. En 1950
aproximadamente un tercio de las mujeres estadounidenses en edad laboral tenían
un trabajo remunerado; el año pasado esta proporción casi era de tres cuartas
partes. Según las estadísticas, hoy en día el 99% de las mujeres estadounidenses
ha trabajado en algún momento de su vida. El empleo de mujeres —por sí mismo un
acontecimiento progresista—, es la condición previa para liberar a las mujeres
de los estrechos límites del hogar y familia burgueses, y también el primer
paso para su libre y pleno desarrollo como seres humanos y miembros de la
sociedad.
Pero el sistema
capitalista considera a las mujeres sólo una fuente conveniente de mano de obra
barata y parte del “ejército de reserva de trabajadores”, las incorpora
al mundo laboral cuando hay escasez de mano de obra en determinados sectores de
la producción, y cuando estas necesidades desaparecen, las expulsa de nuevo del
mundo laboral. Presenciamos este proceso durante las dos guerras mundiales,
entonces las mujeres entraron en las fábricas para sustituir a los hombres
enviados al frente y después cuando terminó la guerra se las obligó a regresar
al hogar. La mujer volvió a incorporarse al trabajo en el periodo de auge
capitalista de la posguerra, durante los años 50 y 60, su papel fue similar al
de los trabajadores inmigrantes —una reserva de mano de obra barata—. En el
periodo más reciente, el número de trabajadoras ha aumentado para ocupar los “huecos”
existentes en el proceso productivo. A pesar de todo lo que se dice sobre el
“mundo de la mujer” y el “poder femenino”, a pesar de todas las leyes que
supuestamente garantizan su igualdad, las trabajadoras todavía son uno de los
sectores más explotados y oprimidos del proletariado mundial.
Otro aspecto “normal”
en el capitalismo, respecto de las
mujeres es que éstas son utilizadas como
simple instrumento de marketing para ganar dinero. ¿Quién no es testigo
que mujeres desnudas cotidianamente es
utilizada en los medios de comunicación asociándolo a productos como carros,
gaseosas, cerveza, cosméticos, casa, loterías, modas, etc., etc.? Tan cotidiano
es esto que nadie dice nada, ni las propias organizaciones feministas ni las
parlamentarias mujeres ni la iglesia católica que se ufana de guardiana de la
moral. Es evidente que el capital se ha impuesto sobre la dignidad, los valores
morales y el pudor de las mujeres y de los legisladores en general.
¿Neoliberalismo o neo libertinaje puro?
Finalmente, en este
contexto, cabe indicar que la situación de las mujeres en el tercer mundo y
particularmente en el Perú, NO ES UN PROBLEMA DE GENERO, como interesadamente
se quiere hacer creer, es decir no es un problema de lucha de mujeres contra
los hombres, por reivindicación de derechos o que los derechos de las mujeres
deben ser iguales y los mismos que para el caso de los varones; asimismo, tal
situación va más allá de la apertura del mercado laboral a las mujeres, el
mismo que, además, cae por su propio peso debido a la enorme necesidad de
empleo existente; tampoco, es suficiente el otorgamiento de Ley de cuotas para
que la mujer participe en la política y en la administración pública; como
también es muy limitado los derechos sociales otorgados hasta el momento, como
por ejemplo derecho al voto y, sobre todo, va más allá del hecho que exista
mayor cantidad de mujeres en Congreso o que una mujer sea Presidenta de la
República, (si es de derecha conservadora, mejor), etc., etc. El gran problema
es DE CLASE. Y desde esta perspectiva la AUSENCIA DE RECONOCIMIENTO DE DERECHOS
SOCIALES ECONOMICOS Y POLÍTICOS Y DE EXPLOTACIÓN afecta tanto a hombres como a
mujeres. Puesto que al existir dos grandes clases sociales: una dominante y una
dominada compuesta por hombres y mujeres, las lacras sociales: crisis
económica, desempleo, corrupción, hambre, escasa participación en política,
generadas como consecuencia de la lógica de acumulación capitalista, pésimas
condiciones laborales, bajos sueldos y salarios, etc., afectan tanto al hombre
como a la mujer de la clase dominada.
¡Claro!, en algunos aspectos más a las mujeres que a los varones, pero todos,
los de la clase dominada, somos afectados, excluidos o marginados por el sistema.
Entonces, esto es lo que se debe tener muy presente
en el “Día Internacional de la Mujer”. Una vez más: el problema de la
mujer es de clase y no de género. Seguramente muchas de las mujeres dirán “EL
GENERO NOS UNE, LA CLASE NOS
DIVIDE” Es cierto, el género les une,
pero en torno a críticas y cuestionamientos a las formas y a las
superficialidades y en torno a luchas estériles, que generalmente terminan
haciendo el juego al status quo (al orden social), más no en torno a
cuestionamientos y crítica al fondo y a la estructura social y en torno a
luchas que realmente signifiquen educar la conciencia de la clase social dominada,
particularmente de la mujer. Desde esta perspectiva, es natural que la clase
los divida pero precisamente esto constituye una enseñanza fundamental para
asumir una conciencia de clase,
para que exista una lucha, no sólo de
mujeres, sino de hombres y mujeres en torno a la lucha por la
construcción de una nueva sociedad: en paz, pero con justicia social, donde hombres y mujeres nos
desarrollemos como seres humanos dignos
y, particularmente la mujer no sea cosificada o utilizada como objeto, tal como
sucede bajo la lógica de acumulación capitalista.
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