martes, enero 24, 2012

OLLANTA EL “PRAGMÁTICO”: DEL NACIONALISMO AL PRAGMATISMO


“No soy de Izquierda, pero tampoco me identifico con la derecha” Ollanta Humala, en entrevista al diario El País de España.

“Que bueno que diga que no es de izquierda; entonces por simple lógica es de derecha y para ello no hace falta que lo diga, sus acciones políticas, bajo la filosofía del pragmatismo hablan por él” (Avelino Zamora Lingán)

Sociólogo: Avelino Zamora Lingán

Una vez llegado al gobierno, Ollanta Humala, se ha definido, en varias oportunidades, como un hombre PRAGMÁTICO, mensaje que probablemente es bien recibido en un gran sector, por no decir en la gran mayoría de la población. Porque decir que alguien es pragmático es decir que se es ejecutivo, operativo, ser un hombre de acción. Y, aquí “sin querer queriendo”, o tal vez concientemente coincide abiertamente con Alberto Fujimori, cuyo lema era “primero hago después explico”. En el fondo, el mensaje que se quiere dar a la población es que primero está el hacer antes que el pensar o que primero es la acción antes que la idea. Por ello es que decir que se es pragmático, es decir que se actúa al margen de CUALQUIER IDEOLOGÍA, eso es lo que ha manifestado el actual presidente. La pregunta de rigor es ¿qué pasó con la ideología nacionalista, acaso hoy, que logró llegar al gobierno, reniega de ella?

Pero el Presidente y todos aquellos que se declaran pragmáticos se olvidan o desconocen que ese mismo hecho ya encierra una ideología. El pragmatismo es una ideología (una ideología pragmática). Y, es que ningún ser humano puede prescindir de las ideas. Todos, sin excepción, construimos, alimentamos y retro-alimentamos nuestras ideas desde el momento en que abrimos los ojos hasta el momento en que lo cerramos y, son las ideas las que impulsan u orientan nuestras acciones, lo que no quiere decir, que las ideas se forman de la nada o que es un ser superior quien los pone en nuestro cerebro, las ideas se construyen a partir de la realidad en un proceso llamado práctica social. Pero veamos qué es el pragmatismo, tomando como texto de consulta el diccionario filosófico de M. M. Rosental:

“Pragmatismo (del griego Pragma que significa hecho, acción) corriente idealista subjetiva, muy difundida, de la filosofía burguesa contemporánea. En el centro de esta filosofía se encuentra el denominado “principio del pragmatismo”, que determina el significado de la verdad por su utilidad práctica. En los trabajos de James, el pragmatismo se formula como método para resolver las discusiones filosóficas mediante la comparación de las “consecuencias prácticas” desprendidas de tal o cual teoría; y, como teoría de la verdad: la verdad es lo que funciona mejor para nosotros, lo que mejor conviene a cada parte de la vida y puede unirse a todo el conjunto de nuestra experiencia. La concepción subjetivista de la práctica y de la verdad conduce al pragmatismo a definir el concepto (la idea) como instrumento de la acción y el conocimiento como conjunto de verdades subjetivas. No obstante, el pragmatismo no entiende por utilidad práctica la confirmación de la verdad objetiva mediante el criterio de la práctica sino aquello que satisface los intereses subjetivos del individuo”

De otro lado, dada la condición de Ollanta Humala, en tanto actor político y más aún al ostentar el cargo de Presidente de la República, sus acciones, o mejor dicho su “pragmatismo” se inscribe en el marco de “lo político”, dando lugar a un pragmatismo político. Por lo tanto, es oportuno definir este concepto:

El PRAGMATISMO POLÍTICO, cuyo fundamento filosófico está en la idea de que el único criterio válido para juzgar el valor o la verdad de cualquier doctrina, decisión, etc., es tomar en cuenta sus efectos prácticos. En palabras más simples, es decir "lo cierto es lo que funciona". En política, equivale a actuar con prescindencia de ideologías principistas y de cosmovisiones teleológicas, haciendo lo que parece más adecuado de acuerdo a, óigalo bien, cómo se presentan las circunstancias de cada momento. El pragmatismo, sin embargo, es también una ideología cuyos límites están en la dificultad para prever las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones y en la tendencia a desentenderse de realidades que no encajen en nuestra corta visión de las conveniencias momentáneas. (Glosario de conceptos políticos usuales/ Texto difundido en medio electrónico)

En efecto, tal definición le calza al Sr. Ollanta, tal como dicen mis paisanos cajamarquinos, “como anillo al dedo”. Puesto que al definirse como pragmático, hay que entender que sus acciones políticas van estar de acuerdo, por un lado a: COMO SE PRESENTAN LAS CIRCUNSTANCIAS, esto explica, por un lado, que bajo esa concepción, hay que arrojar al tacho de la basura todo plan de gobierno, incluida la famosa HOJA DE RUTA y, por otro lado, las circunstancias presentadas a Humala se definían por la existencia de un modelo neoliberal consolidado, expresado en un capitalismo salvaje; convenios con transnacionales firmados, una Constitución política entreguista, aprobada fraudulentamente en 1993; tecnócratas de derecha, ansiosos de subirse al carro del “nacionalista”; etc., entonces, según Humala, el va ha gobernar de acuerdo a esas circunstancias. El pragmatismo también aconseja actuar DESPOJADO DE IDEOLOGÍAS PRINCIPISTAS (¿y la ideología nacionalista? Entonces ¿por qué embaucó a todo un pueblo al jurar y rejurar que asumía el nacionalismo como ideología y por lo mismo se puso la careta de “nacionalista” convicto y confeso? Y, peor aún, arrastró a todo un pueblo, ávido de líderes y de una corriente política que encarne sus intereses, a constituir una serie de “comandos de campaña electoral” o “comités” a lo largo y ancho del territorio nacional, quienes derrocharon energía y esfuerzo para que el comandante hoy se encuentre muy cómodo en el sillón presidencial o ¿es que todo esto de la parafernalia y movimiento nacionalista fue una simple y grosera farsa? De acuerdo con las definiciones ofrecidas más arriba el pragmatismo también significa actuar única y exclusivamente en función DE LOS INTERESES SUBJETIVOS DEL INDIVIDUO. En efecto ¿cuál serían los intereses subjetivos de Ollanta Humala? la respuesta cae por su propio peso y por la propia historia presidencial peruana: hacerse rico, asegurar el futuro de sus hijos y de su familia, tal vez comprarse una residencia en algún punto del extranjero, ser accionista de alguna transnacional o empresa minera, aunque también no se puede descartar que dentro de esos intereses subjetivos esté la reelección. En resumen, el interés subjetivo, develado por el mismo, al declarase PRAGMÁTICO, Ollanta Humala es concluir su gestión gubernamental como cualquier otro gobernante que le ha antecedido, vale decir acabar sin pena ni gloria.

Sin embargo, el pragmatismo político, dado que induce a actuar de acuerdo a las circunstancias y bajo intereses individuales subjetivos, puede tener consecuencias desastrosas irreversibles. Y, aquí, en nuestro país, el “espejo” o prototipo del político pragmático, está a la vista y se llama ALBERTO FUJIMORI, condenado a 25 años de prisión, por violador de los derechos humanos, además de ser culpable de cerca de 30 delitos penales más, que ya han prescrito, debido al tiempo transcurrido y a las leyes fláccidas o débiles de nuestro país. Entonces el pragmatismo político puede tener su lado bueno, en el sentido que induce a tomar acciones rápidas, ser mucho más operativo o ejecutivo, pero en política estas cualidades no valen sino van acompañadas de cierta dosis de reflexión, ideología, filosofía, meditación, pensamiento, etc. No en vano, los grandes científicos sociales aconsejan que tanto las ideologías como las acciones deben andar juntas, al igual que la teoría con la práctica. No nos cansaremos de recordarles que la teoría sin la práctica no tiene sentido y la práctica sin teoría es ciega, al igual que la ideología sin la acción o la acción sin ideología respectivamente.

Escrito: enero 2012

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